Un regreso fugaz, con wild card (?), y contradictorio a la vez, ya que saben mi escaso interés por las efemérides y números redondos. Se cumplen 20 años del ataque a Monica Seles por parte de un fanático de Steffi Graf, hecho que lesionó también la carrera de la yugoslava-luego-serbia-luego-estadounidense, y le impidió ser todavía más grande.
El mismo día que Rafael Nadal gana por octava vez el Conde de Godó, Lukas Rosol consigue su primer ATP en Bucarest. El checo, que se hizo famoso por eliminar a Rafa del último Wimbledon, demostró que los misiles que lanza desde el saque, se adaptan perfectamente al polvo de ladrillo.
Al mejor estilo Nadal, el checo Rosol prueba su primer trofeo ATP.
Segundos después de levantar los brazos, Rosol se tapó la cara con una toalla, pero no pudo ocultar su emoción. Su mejor logro como profesional, viene un par de semanas después de perder a su padre, con quien estaba distanciado hace más de cinco años, luego del divorcio con su mamá.
Fue uno de los temas de la semana: la preclasificación de Roland Garros… ¿imitará a la de Wimbledon?
¿Intento de ayuda a Nadal? ¿Mejor tener una final Djokovic-Rafa y que no choquen en cuartos o semi? ¿Acaso se buscaría la mejor definición posible porque el tenis se rige por el dinero? Ah, avisen, che (?).
Hace un tiempo, Jorge, apasionado por el cine tailandés, nos traía el estreno de Bang Rajan 2, la película al estilo 300 que protagonizó Paradorn Srichaphan. Pasamos un tiempo sin noticias del único asiático en llegar al top ten y, cuando ya nos preguntábamos ‘¿qué es de la vida de…?’, nos cae esta información.
Retirado oficialmente en 2007, pasó por un monasterio budista e intentó en las carreras de motos. Las inquietudes deportivas se mantienen a flote y ahora prueba con el golf. «Mi meta es ser el primer atleta asiático que cambie de otro deporte profesional al golf», expresó Srichaphan, que el último fin de semana debutó en el circuito profesional del sudeste asiático, el ASEAS PGA Tour.
Es domingo y suena el despertador a las 8:30. Tiene que haber una buena razón para que el agudo sonido interrumpa el sueño. Uno y dos snooze antes de prender la TV y ver que la lluvia postergaba el inicio de la final de Montecarlo. Una hora más dando vueltas en la cama, hasta que sale el sol en el Principado y descubren la cancha para que Djokovic y Nadal jueguen un partido lleno de matices.
«Hey, despertate que ya hay tenis», avisa Nole.
«No sabía si iba a jugar el torneo. Fue la mejor decisión de mi vida», dice Djokovic en la premiación. Acaba de quebrar ocho años de hegemonía de Nadal en Montecarlo. El serbio, que hace dos semanas se retorcía de dolor en lo que parecía una grave lesión en el tobillo, pisa firme en el polvo de ladrillo con una victoria (6-2, 7-6) que es el primer paso hacia su objetivo en Roland Garros.
En Montecarlo es muy difícil sacarlo de foco a Rafael Nadal. En un mal día, el español deja un set ante Dimitrov pero, a la hora de la verdad, pasa a semifinales.
Nadal había cedido apenas tres sets en los últimos 32 partidos jugados en el Principado, contando uno en la final de 2009, ante Djokovic, y otro en semifinales de 2011, contra Murray.
No sabemos si esos datos los maneja Marinko Matosevic, rival de Rafa en primera rueda. Perdido por perdido (?), el australiano quiso darse un gusto, según comentó. El match estaba 1-6 2-5. Cambio de lado. El aussie pasa frente al banco de Rafa (0:18 en el video), tumba las obsesivamente ordernadas botellitas y lo mira.
Los jueces de silla, encargados del normal desarrollo del juego, se ganan el sueldo girando el cuello. Derecha, izquierda, derecha, izquierda… aplausos del público, cantar el resultado y vuelta a empezar. Más allá del peligro constante de tortícolis (?), un elemento importante es el carácter de cada juez para aguantar cualquier tipo de incidente.
El francés Pascal María esta en la lista de los árbitros con personalidad, que se alejan de la imagen robotizada, y ayer Ernests Gulbis lo pudo comprobar en Montecarlo.
«Wait, wait, wait. Let me finish and then you give me shit», el poema de Pascal.