Todos y cada uno
Después de dos botellas de vino en la tarde del lunes, en los cuarteles de FueBuena empezamos a imaginar a una Copa Davis que habla.
La Davis habla y analiza: «Tanto me están criticando últimamente que algo tengo que hacer. Ya está: voy a empezar a repartir el juego, voy a dejar contentos a todos». Como si tuviera el poder de seleccionar quiénes la conquistan, se reparte la tenencia entre la Serbia de Djokovic (2010), la Repúbica Checa de Berdych y Stepanek (2012 y 2013), la Suiza de Federer y Wawrinka (2014), la Gran Bretaña de los hermanos Murray (2015), la Argentina de Del Potro y compañía (2016), y ahora descansará un año en Francia, que la esperaba desde hacía 16 años.
La mitad del top 20 actual del ranking ATP ya ganó la Copa Davis.
Ceremonia de festejo, foto de Antoine Couvercelle (FFT)
Francia es uno de los países más poderosos en el tenis, posee varias de las consideradas mejores academias del mundo y organiza el Grand Slam que ya todos ustedes conocen. También, como ha explicado con data interna (?) el anterior autor de este blog, gestiona las situaciones típicas y únicas de la Davis de buena manera, resolviendo los conflictos que puedan existir entre dirigencia, jugadores y capitanes (recuerden cómo fueron los inicios de la actual gestión de Yannick Noah). No se trata de ser amigos, sino de tener buena comunicación interna y resolver los conflictos.
Aunque sea un ejemplo en ese sentido, la buena onda no alcanza. Si no sos lector argentino, te contamos el porqué de la referencia: llevamos años leyendo y escuchando demasiadas opiniones y arengas que llegan desde varios sectores ligados a nuestro tenis que piden unión entre los tenistas, fiesta de cumpleaños todos juntos, ambientes de Disneylandia y demás cuestiones ligadas a la psicología de grupo (comparaciones con el fútbol incluidas) como si la unión fuera la llave maestra para ganar la Copa Davis. El mismísimo capitán, Daniel Orsanic, suele referirse a los valores que dejó el equipo campeón, lo cual está perfecto como enseñanza para los más chicos para la vida, pero no es lo que permite ganar la Davis.
🇫🇷 Mansour Bahrami is loving this #DavisCupFinal! pic.twitter.com/5HE9eqtEpJ
— Davis Cup (@DavisCup) 26 de noviembre de 2017
La buena onda entre los miembros del equipo es el estado de situación aconsejable pero hay campeones de la Davis con otro grado de relación (Sampras-Agassi en 1992, por ejemplo), así como alguna vez contó Luis Scola que sucede en un deporte grupal como el básquet.
Para ser campeón hay que reunir varias de las condiciones que llevaron a Francia al título: jugadores de nivel, buenos singlistas y doblistas (o singlistas que ganen dobles), acertadas decisiones del capitán (romper el doble Mahut-Herbert para que entrara Richard Gasquet en la final, por ejemplo), preparar con tiempo de las series y que los participantes se banquen la presión en los momentos clave, porque la Davis es bien distinta a otra cosa. Lo dijo Tsonga según la nota que linkeamos antes: en la Davis sale el 50% de lo que se quiere hacer y respirar se hace mucho más difícil.
Más que hablar del espíritu de equipo fuera de la cancha, hay que notar cómo se desenvuelven los jugadores (por lo general) en solitario dentro de la misma, con presiones distintas a las del tour.
Una de las grandes claves de la victoria de Francia fue ser un equipo «largo». Este año hubo ocho jugadores que aportaron puntos.
🇫🇷players to have won live rubbers at 2017 Davic Cup:
Gasquet
Simon
Herbert
Mahut
Pouille
Chardy
Benneteau
Tsonga
That's when #depth matters.— Oleg S. (@AnnaK_4ever) 26 de noviembre de 2017
Argentina, el año pasado, contó con apenas cuatro que sumaron victorias para llegar al título: Guido Pella, Leo Mayer, Fede Delbonis y Juan Martín del Potro (Del Potro-Pella en dobles).
What's the verdict on this French style Haka @SonnyBWilliams? Led by @tsonga7 featuring @p2hugz @nmahut @NoahYannick @julienbenneteau @richardgasquet1 @la_pouille @GillesSimon84 pic.twitter.com/9wCGzhIaUR
— The Overrule (@theoverrule) 26 de noviembre de 2017
Otro elemento importante, las ausencias en los rivales: Nishikori faltó en el debut en Japón, Gran Bretaña llegó a Francia sin Andy Murray, la semifinal ante Serbia no tuvo a Djokovic ni Troicki… La verdadera prueba era la final, contra la Bélgica de Goffin.
19 rubbers. 10 months. 4 rounds. 1 champion.
Re-live France's road to the 2017 #DavisCup title
🇫🇷🏆🇫🇷🏆🇫🇷🏆🇫🇷🏆🇫🇷🏆🇫🇷🏆🇫🇷🏆🇫🇷🏆🇫🇷🏆🇫🇷🏆 pic.twitter.com/1D6uV9Re4g
— Davis Cup (@DavisCup) 26 de noviembre de 2017
Los cuatro seleccionados para la final aportaron puntos. Tsonga cumplió con el rol de líder el viernes pero se mostró en un nivel muy pobre el domingo, descoordinado, nervioso y lento ante un brillante Goffin. Herbert, excelente doblista, perdió a su pareja frecuente (Mahut) y se acomodó, por pedido del capitán Noah, para jugar por primera vez con Gasquet, aquel rubiecito preadolescente que salía en la tapa de las revistas, postulado para número uno cuando fuera grande.
A los 31, en un año modesto en el que justo terminó 31 del ranking por problemas físicos, Gasquet ganó su primer gran título. Lo mismo cuenta para Tsonga, para Simon, para Monfils, quien estuvo colaborando en los entrenamientos en Lille, y Benneteau, campeón de Roland Garros en dobles, bronce olímpico en esa especialidad y con un triste récord de 10 finales ATP perdidas.
Todos ellos, apodados «los Nuevos Mosqueteros» por el diario L’Equipe hace varios años, ya pasaron los 30 y se debían (?) un gran título. Durante años soportaron esa presión en Roland Garros y en la Copa Davis (finalistas en 2010 y 2014). Lo máximo a lo que habían llegado era a dos Masters 1000 (Tsonga) y -como bien nos marcaron en Twitter- los Grand Slam y el número uno de Mahut y Herbert en dobles. Demasiado poco para un grupo tan poderoso, que supo convivir de a ratos en el top ten en el ranking ATP individual.
El que cerró la serie con Bélgica no fue ningún treintañero sino Lucas Pouille, de 23. Los que suelen ver tenis seguido saben que Pouille tiene (o tuvo) sus vaivenes emocionales. En el quinto punto de la final enfrentaba a un «perro de presa» como Darcis, quien llegaba con récord de 5-0 en quintos puntos vivos y con 34 partidos más de la Davis que su rival (40 contra 6). ¿Qué pensó Pouille antes de entrar a la cancha? «Honestamente sólo pensé en derribarlo. Suena vulgar pero es así». Lo de vulgar es porque la palabra utilizada fue défoncer, que tiene esa connotación.
¿Qué efecto tendrá la Davis en Pouille en 2018? Si no le pesa la resaca, deberíamos tenerlo en el top ten en forma permanente.
Afonía de campeón de Copa Davis (vía @hotdog6969). pic.twitter.com/Hmw2eXpApW
— FueBuena (@FueBuena) 27 de noviembre de 2017
Bus party with Pierre. pic.twitter.com/DQ8JTeXMp9
— Jess Stein (@jessica4stein) 27 de noviembre de 2017
Herbert bailó y Monfils festejó a la distancia. Noah acompañó a un grupo que unió la veteranía de Tsonga, Simon, Gasquet, Mahut, Benneteau, Chardy junto con la nueva sangre (Pouille y Herbert). La Copa Davis volvió a ofrecer escenas que la hacen única, como el estadio completo cantando la Marsellesa.
🇫🇷 @NoahYannick leads the crowd in a #Marseillaise 🗣🔊🔊🔊 pic.twitter.com/dYGBjq9VyW
— Davis Cup (@DavisCup) 26 de noviembre de 2017
El equipo festejó unido pero lo importante es cómo rindió cada uno ante la presión, en forma individual. Merito de todos y cada uno. Merito de un equipo.